Ya estamos en el domingo V de Cuaresma. El pasaje del evangelio nos narra la estampa que le presentan a Jesús: una mujer cogida en flagrante adulterio y según la ley debe morir apedreada, y buscan -tendiendo una trampa al señor- cogerlo para acabar con Él, pues si dice que debe ser condenada, le dirán dónde esta la misericordia que predicas; si la perdona le acusarán de no cumplir la ley. Pero Jesús- como Señor-guarda silencio, no responde, le urgen y, entonces Él se pone a escribir en el suelo, levanta la vista y les dice:" el que de vosotros esté sin pecado, que tire la primera piedra". Y empezaron a marcharse-empezando por los más viejos".
Aquella mujer que la llevaron a la fuerza ante Jesús y que sen encontraría pensando lo que le esperaba, llena de vergüenza ante todos aquellos lobos con ojos muy sucios, atacan a la mujer y buscan acabar con el Señor Jesús-rostro de la misericordia de Dios Padre-que le dice a ella:Mujer: ¿ Nadie te ha condenado?. Responde ella: " Nadie, Señor". Pues yo tampoco te condeno. Vete en paz y no peques más". El evangelio-reflejo de la vida y palabras de Jesús nos sorprende siempre por más que lo meditemos, siempre presenta novedad para nuestra oración y enseñanzas cristianas. Fijaros: Dios que perdona a mujeres adúlteras, y perdona a los pecadores, olvida sus pecados, porque Jesús vino a salvar y no a condenar y, así debe seguir ese camino de Jesús su Iglesia en la sociedad actual. A Jesús-respondiera lo que respondiera lo iban a condenar, desprestigiar, criticarlo,...
La mujer se encontró personalmente con el amor y misericordia de Dios, se siente perdonada, se le quitó el peso que la oprimía y que vaya en paz, con alegría porque a sus pecados ha encontrado y se encontró con el perdón del Señor. Perdón, sacramento de reconciliación que instituye en la tarde del DOMINGO DE LA RESURRECCIÓN: "Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retengáis, les serán retenidos -no perdonados-"
En este año de la misericordia debemos confesar con más frecuencia porque,aunque no tengamos pecados graves, al confesarnos se aumenta y fortalece más la vida de la gracia, la vida divina, se fortalece más la fe, y el amor se enardece también, el confesarse con frecuencia es muy bueno para vivir con gozo interior y alegría corporal. No tengamos miedo al Señor, ni a confesarnos con frecuencia, porque lo que reporta este sacramento es paz interior, felicidad, abrazo amoroso de Dios, fiesta en el cielo( recordad la parábola del hijo pródigo o PADRE PRÓDIGO). Dios, nuestro Padre, rico en misericordia, lenta a la ira y a la cólera, nos ayuda siempre a acudir al sacramento, a reconocer nuestro pecado, a dolernos de los pecados cometidos y a empezar de nuevo " una vida nueva"llena de alegría porque experimentamos y vivimos la misericordia del PADRE. No tengamos miedo a Dios, nuestro Padre que nos ama, nos perdona y olvida nuestro pecado. También os digo que el perdonar y saber perdonar no es ser débil,NO,todo lo contrario, es señal de fuerza, de omnipotencia, pues solamente el que se fuerte perdona y sabe perdonar y está dispuesto siempre a perdonar, porque no hay otro más fuerte que Él.
La escena del evangelio de hoy sitúa a Jesús en el atrio del templo rodeado de una gran multitud que le escucha con agrado porque salen de su boca palabras sabias, con sentido y que les mueve, les motiva a cambiar de vida, palabras de vida, de salvación, palabra que iluminan nuestro camino hacia el Padre.
Antes de acusar a nadie de alguna falta o pecado, pensemos en nosotros mismos con nuestros propios defectos, quietemos primero la viga en nuestro ojo ante de quitar la paja en el ojo ajeno. Miremos siempre la actuación de Dios que es misericordia y usemos nosotros asi con nuestros semejantes. Seamos misericordiosos y encontraremos misericordia y con la misma vara con que midamos seremos medidos:" Dichos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"
Santa María, Madre de Dios, Madre de Misericordia, intercede por nosotros para vivir la misericordia.
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