En este segundo domingo del Adviento irrummpe con fuerza Juan el Bautista. Así como ya desde el primer domingo se presenta Isaias como el profeta de la esperanza para el pueblo de DIOS, pues es DIOS mismo el que le inspira que hable a su pueblo y que le consuele porque se va a terminar el exilio en Babilonia y los va a guiar a Jerusalén. Pues Juan el Bautista es anunciado por Isaias :" Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino" " Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos". Acudía a él mucha gente por su estilo de vida y por el mensaje que transmitía. Vestía con austeridad, contagiaba las ganas de prepararse para recibir al Mesías. Las gentes le escuchaban con gusto y confesaban sus pecados, se preparaban para la llegada del Mesías, del Hijo de DIOS que viene a salvarnos. Pero para salvarnos tenemos que tener la suficiente humildad de necesitar la salvación, salvación que únicamente nos la puede dar JESÚS. Para eso deben prepararse. También nosotros necesitamos la salvación del Señor, pero ¿ la buscamos, la queremos, nos preparamos?
Todas las lecturas de este domingo tiene una idea en común: Preparar un camino al Señor. ( Es la predicación del Bautista). Nosotros podemos facilitar ese camino al Señor. ¿Cómo? Rebajar nuestra soberbia, nuestro amor, nuestro egoísmo, nuestra suficiencia,... rellenar los valles con humildad, con amor a DIOS y a los hermanos, siendo servicial, estando atento a las necesidades de los demás como al Señor, sabiendo que todo lo que hagamos a los demás se lo hacemos a Él.
Hemos empezado este tiempo del Adviento como si empezaramos a recorrer un camino que va a tener una meta; pues siempre que empezamos un sendero, un camino tiene una meta, un final. Ese camino tendrá también muchas curvas que debemos enderezar. Curvas de nuestros recovecos, de faltas de verdad, de sinceridad, de dudas en la fe,... enderecemos nuestro camino de la verdad y la sinceridad, de la alegría por preparar el camino para la venida del Señor que viene a salvarnos y, como Juan el Bautista, ayudar a otros a prepararse para recibir al Señor. Seamos sinceros, alegres, vigilantes ante las necesidades de otros.
Tenemos que hacer un esfuerzo, es necesario, parece que lo del esfuerzo suena mal hoy en nuestro mundo porque nos están dando unas filosofías en nuestros ambientes que podemos vivir y triunfar sin esfuerzo. Esto es falso. Es un engaño. Haz una prueba y sacrifícate por algo que merezca la pena y encontrarás tu recompensa. El preparar el camino al Señor para ti y ayudar a los demás a que se preparen para recibirle disfrutarás en tu interior como ninguna otra cosa de este mundo y, además, no será pasajera es felicidad. Prestemos atención a la palabra "conversión" que repite Juan el Bautista y JESÚS. Esto quiere decir que debemos trabajar para transformar nuestra vida y hacer una humanidad mejor y, que a pesar de los ambientes, y dificultades que podamos tener, con esfuerzo, con lucha diaria, con ilusión, con la gracia de DIOS, con la oración y los sacramentos podemos llegar a contemplar la gloria del Señor porque nos hemos empleado en un camino de conversión. María, Madre de DIOS, Señora del trabajo y del esfuerzo ayúdanos a prepararnos bien para recibir al Señor.
Todas las lecturas de este domingo tiene una idea en común: Preparar un camino al Señor. ( Es la predicación del Bautista). Nosotros podemos facilitar ese camino al Señor. ¿Cómo? Rebajar nuestra soberbia, nuestro amor, nuestro egoísmo, nuestra suficiencia,... rellenar los valles con humildad, con amor a DIOS y a los hermanos, siendo servicial, estando atento a las necesidades de los demás como al Señor, sabiendo que todo lo que hagamos a los demás se lo hacemos a Él.
Hemos empezado este tiempo del Adviento como si empezaramos a recorrer un camino que va a tener una meta; pues siempre que empezamos un sendero, un camino tiene una meta, un final. Ese camino tendrá también muchas curvas que debemos enderezar. Curvas de nuestros recovecos, de faltas de verdad, de sinceridad, de dudas en la fe,... enderecemos nuestro camino de la verdad y la sinceridad, de la alegría por preparar el camino para la venida del Señor que viene a salvarnos y, como Juan el Bautista, ayudar a otros a prepararse para recibir al Señor. Seamos sinceros, alegres, vigilantes ante las necesidades de otros.
Tenemos que hacer un esfuerzo, es necesario, parece que lo del esfuerzo suena mal hoy en nuestro mundo porque nos están dando unas filosofías en nuestros ambientes que podemos vivir y triunfar sin esfuerzo. Esto es falso. Es un engaño. Haz una prueba y sacrifícate por algo que merezca la pena y encontrarás tu recompensa. El preparar el camino al Señor para ti y ayudar a los demás a que se preparen para recibirle disfrutarás en tu interior como ninguna otra cosa de este mundo y, además, no será pasajera es felicidad. Prestemos atención a la palabra "conversión" que repite Juan el Bautista y JESÚS. Esto quiere decir que debemos trabajar para transformar nuestra vida y hacer una humanidad mejor y, que a pesar de los ambientes, y dificultades que podamos tener, con esfuerzo, con lucha diaria, con ilusión, con la gracia de DIOS, con la oración y los sacramentos podemos llegar a contemplar la gloria del Señor porque nos hemos empleado en un camino de conversión. María, Madre de DIOS, Señora del trabajo y del esfuerzo ayúdanos a prepararnos bien para recibir al Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario