jueves, 1 de septiembre de 2011

DOMINGO 23. T.0. 2011



JESÚS sigue dando formación a sus discípulos en estos domingos sobre la vida de la comunidad de fe, la Iglesia. L a convivencia, la comunión con los hermanos y con el Señor tiene unas normas de conducta para fortalecer la fe y la vida cristiana en la comunidad. Pero la Iglesia es santa por el Fundador (CRISTO), por los medios (sacramentos, oración, Palabra de DIOS,...) por su fin la salvación,...; sin embargo la formamos pecadores, seres frágiles, débiles y que podemos pecar y, de hecho, pecamos, cometemos muchos actos que no están bien hechos. A esto podemos añadir que la sociedad actual está marcada por el furor de la libertad y del individualismo. Se exigen los derechos, pero no los deberes, hay mucho egoísmo y, desde esta perspectiva exigimos libertad, derechos, falta de compromiso, independencia, hay que ser tolerantes, no faltar a nadie en nada a los demás, pero esto puede ser una cobardía y ser un "pasota,"vivir una indiferencia, no querer saber nada de lo que le pase al otro.
El evangelio de hoy nos quiere formar Nuestro Señor JESUCRISTO en cómo debemos comportarnos entre los miembros de una comunidad, de una parroquia, de su Iglesia. Primero debemos saber valorar la vida de Comunidad que nos ayuda a celebrar y fortalecer nuestra fe con alegría, esperanza y con mucho amor. También debemos de ser conscientes de que el pecado de un miembro afecta a toda la comunidad. Recordemos la teoría de los vasos comunicantes. Por eso debemos de ayudar al que ha pecado no sólo por el bien de la Comunidad, para que viva la comunión con CRISTO, sino también por convertir y salvar al pecador. Por eso JESÚS nos propone el modo de proceder con el que rompe la comunión de la Comunidad con CRISTO y entre los miembros. "Si tu hermano peca habla a solas con él, si te escucha, has salvado a tu hermano, si no te oye, díselo a dos o tres hermanos y si no os hace caso díselo a la Comunidad. La corrección fraterna ha de hacerse con mucha oración, con mucho cariño, con mucha humildad porque todos somos pecadores. La oración de dos o tres hecha en mí nombre siempre es escuchada por mi Padre". No condenemos a nadie. Estemos abiertos a todos con mucho amor como DIOS lo hace con nosotros. En esta Eucaristía nos llenamos de la Palabra de DIOS y de su Cuerpo que nos une a Él y con los demás. María, madre de DIOS, intercede por nosotros, tus hijos, para que estemos siempre unidos a CRISTO y entre nosotros como quiere el Señor y tú misma, que sepamos disculpar los fallos de los hermanos y destacar sus virtudes.

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