En éste segundo domingo de la Navidad no tenemos un tema especial, sino que es volver a reflexionar sobre el centro del misterio de la Navidad: La Encarnación del Hijo de Dios en Nazaret y su nacimiento en Belén. Durante este ciclo de la Navidad es celebrar el nacimiento del Señor, la Sagrada Familia, fiesta de Santa María, Madre de DIOS, La Epifanía o Reyes y se termina con el Bautismo del Señor JESÚS y, después del Bautismo del SEÑOR, comienza el Tiempo Ordinario del Año Litúrgico. En éste domingo volvemos sobre el misterio que celebramos: al que viene para darnos la VIDA, LA FELICIDAD, LA SALVACIÓN,... Os invito a meditar el prólogo del evangelio de S. Juan. Entresaco algún pasaje: "En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba en DIOS, y la Palabra era DIOS..." " Y esa Palabra (el Hijo del PADRE) se hizo carne y acampó entre nosotros y hemos visto su gloria, gloria como de Hijo Unigénito del Padre". " A DIOS nadie le ha visto jamás; DIOS Unigénito, que está en el seno del Padre, ése nos le ha dado a conocer". Renovemos nuestra contemplación en el misterio del nacimiento del Salvador. Viene para salvarnos del pecado y de la muerte eterna, la segunda muerte, la separación eterna de DIOS. JESÚS se nos presenta en el mundo por el Padre como la plenitud de la Vida, la Gloria, la Gracia hasta su entrega en la Cruz por fidelidad al Padre y amor a nosotros los hombres y mujeres, para eso se hizo hombre para salvar al hombre total (alma y cuerpo). El Padre en JESÚS nos hace hijos suyos y recibimos gracia tras gracia. Todo nos viene del Padre por JESÚS PARA NUESTRA SALVACIÓN. No nos alejemos del Señor y siempre tendremos Vida divina en nosotros, tendremos esperanza, alegría porque caminamos en la comunión con CRISTO. Quien ha visto a JESÚS ha visto al Padre. Recordad el pasaje de S. Jn. 14, 6ss:" Quién me ha visto a mí ha visto al Padre"(diálogo de JESÚS con Felipe). La Palabra es la verdadera Luz que alumbra a todo el que viene a este mundo. Tenemos la luz, la gracia,... para que nos realicemos en Cristo y, por Él, lleguemos al Padre y ayudemos a otros hermanos que no le conocen todavía para que lleguen al conocimiento de la Verdad. Recibamos al Señor. Recordad que "vino a los suyos y no lo recibieron"(Jn. 1, 11). De recibir o no a JESÚS va a depender nuestro estilo de vida semejante al de JESÚS, nuestra felicidad. Meditemos más profunda e íntimamente el misterio de JESÚS. QUÉ ÉL NOS AYUDE Y ACOMPAÑE SIEMPRE. Qué María, su Madre y madre de la Iglesia interceda por todos.
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