En éste 2º domingo de Adviento y en el próximo se presenta a Juan el Bautisto como personaje central; en este, es Juan el que habla y dice cómo debemos prepararnos para recibir al Mesías de Dios: JESÚS, y en el próximo, JESÚS hablando de Juan. Juan se presenta en el desierto de Judea diciendo:"Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos, cita a Isaias:" Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas". Iban a él gentes de Jerusalén y de Judea,...Cada uno debe ver su situación personal, sus preocupaciones, sus problemas, angustias,... cargas a veces muy pesadas y que no podemos llevar. Levantemos el ánimo porque el Señor está cerca, y viene a salvarnos, a ayudarnos y nos da fuerzas para superar todos los problemas. ¿ Qué debemos hacer? El mensaje de Juan es la conversión, cambiar de mentalidad: ser sencillos, humildes, veraces, servidores,... Debemos luchar ,esforzarnos, no abandonarnos a la inercia,... Acudir a la oración mental, a los sacramentos,... El mensaje de Juan sigue siendo válido para hoy. Ante el Señor que viene, no podemos presentarnos ante Él con nuestros vicios y defectos de siempre, se exige una cambio, si llega DIOS no debemos convivir con la injusticia, con la maldad, con el pecado,...Hay que allanar los caminos que no pongamos ante su venida montañas y obstáculos a su llegada. ´Debemos dar signos de cambio:1º convencernos de que podemos cambiar, de que un mundo mejor es posible. 2º convencernos de que debemos cambiar, curar nuestra ceguera.3º convencernos de que debemos cambiar ya, no dejarlo para mañana.4º convencernos de que la conversión no es solo individual, debemos de hacerlo en y desde la comunidad. 5º convencernos de que solos no podemos, que necesitamos la gracia de DIOS. Dígamos con esta frase tan del Adviento: "Ven, Señor JESÚS". Debemos mirar con insistencia a la modelo de todos para prepararnos como Ella y con Ella: MARÍA. Pidamos a nuestra Madre que nos acompañe en nuestra preparación para salir al encuentro con el Señor que viene a salvarnos. Frecuentemos más el sacramento de la Penitencia o confesión y recibamos la fuerza del Señor en la Eucaristía.
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