viernes, 27 de agosto de 2010

domingo 22.to.


En el Evangelio de este domingo 22, Jesús nos invita a la humildad. La humildad no es un contravalor, por aquello de humillarse, sino una virtud, un valor. El libro, Ben Sirá, nos invita ya en el A.T., a ser humildes:"Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad". Porque de este modo alcanzamos el favor de DIOS, ya que Él "revela sus secretos a los humildes". Jesús nos dice en el Evangelio: "Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido".
Santa Teresa de Avila nos recuerda que "la humildad es andar en verdad". Jesús al invitarnos a ser humildes no nos quiere dar unas normas para quedar bien en la sociedad, sino una actitud básica de todos aquellos que desean seguirle. Él mismo es la misma humildad. Siendo DIOS, se hizo hombre. No tuvo donde nacer Él Creador de todo. En su vida pública dijo:"Que las aves tienen nido, las zorras madriguera; el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza". Ser humildes significa que somos creaturas, que dependemos de los demás, que no somos autosuficientes, que no somos superiores a los demás, y que debemos de estar abiertos a DIOS que nos alimenta con su amor.
Los humanos olemos a distancia al que es humilde o es soberbio, orgulloso, insoportable ante los demás. El humilde siempre cae bien. ¡Cuánto ama DIOS a los humildes! Nos eleva hasta Él, nos abraza, perdona, salva, nos fortalece con su gracia y vivimos en comunión con Jesús.
También Jesús en este Evangelio nos dice a que se parece el Reino de los cielos a un banquete de bodas. ¡Quién se aburre en un banquete de bodas!. Saca tu propia conclusión.
María es la humilde sierva del Señor e hizo el Señor maravillas en Ella. También las hará en nosotros si somos de verdad humildes. Pidamos al Señor, por medio de María, que nos haga humildes como su Hijo Jesús.

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