Hoy celebramos la solemnidad del CUERPO Y DE LA SANGRE DE CRISTO. ES UNA SOLEMNIDAD EN LA QUE SE VIVE LA ACTUALIZACIÓN DEL MISTERIO PASCUAL, MISTERIO CELEBRADO EL PRIMER JUEVES SANTO como anticipo de su MUERTE EN LA CRUZ Y SU RESURRECCIÓN.
En la plegaria Eucarística , misterio pascual, santa misa tiene dos partes muy claras: primera parte la liturgia de la palabra y luego LA PLEGARIA EUCARÍSTICA, DONDE SE REALIZA LA TRANSUSTANTACIAÓN Y CONVERSIÓN DEL PAN EN EL CUERPO DE CRISTO Y EL VINO EN LA SANGRE DE CRISTO Por las palabras dichas por Jesús en la Última Cena y mandó hacerlo a sus apóstoles y el sacerdote católico al repetirlas en cada misa por la acción del Espíritu Santo.
Lo primero que debemos meditar es que la Eucaristía es un don de Dios, regalo de Jesús. La manera de estar con nosotros" Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos". La presencia real de Jesús verdadera, es real, todo por amor hacia nosotros y por obediencia al Padre, y que nos vincula a Él cada vez que lo recibimos y nos vincula entre nosotros para mantenernos en la unidad.
Lo mismo que en la vida humana necesitamos comer y varias veces al día, para reparar fuerzas perdidas por el esfuerzo y trabajo diario; ASÍ ES TAMBIÉN EN CADA EUCARISTÍA NOS ALIMENTAMOS PARA FORTALECER LA FE, LA VIDA DE LA GRACIA, PARA VIVIR UNIDOS, Pero fijaros: cuando comemos el alimento humano se transforma en sustento y fuerza humana; pero al recibir al Señor no se transforma Jesús en nosotros, sino que nos transforma en Él, somos transformados en Cristo y cada uno que recibimos al Señor nos unimos en Cristo.
Si no comemos nos debilitamos y ponemos en peligro nuestra vida, pero si no comemos el Cuerpo de Cristo nos debilitamos en la fe, en la gracia de Dios, en la fraternidad, den la vida de la gracia, de la comunión de vida con Dios..
Esta solemnidad debe hacernos reflexionar para ver el amor de Dios, uno y trino, que nos crea, nos alimenta, nos redime, nos salva, nos alimenta, se queda en el Sagrario para ser nuestro vecino, nuestro amigo , confidente, nos espera en silencio y con paciencia a que le visitemos, estemos con Él, le adoremos, seamos agradecidos, seamos reparadores de tanta ofensa como se comete con el Señor en el SAGRARIO. Parece que los no creyentes son más creyentes que nosotros en la presencia real de Jesús en el SAGRARIO, PUES LOS ROBOS DE FORMAS CONSAGRADAS- ( donde está REALMENTE JESÚS) PARA LUEGO PROFANARLO, ACUCHIULLARLO, PISARLO, HACER TODA CLASE DE ESCARNIOS PROFANADORES SOBRE EL CUERPO DE CRISTO, Y nosotros que creemos lo visitamos poco, le adoramos poco, le acompañamos poco, apenas reparamos tanto daño como recibe el SEÑOR EN LAS ESPECIES CONSAGRADAS. Avivemos nuestra fe, hagamos actos de fe en la presencia real y verdadera de Cristo en el pan y vino consagrados:" SEÑOR CREEMOS, PERO AUMÉNTANOS LA FE".
La comunión es acercarnos y recibir con fe y humildad al Señor Jesús. Para eso debemos prepararnos antes con una buena confesión y estar siempre en gracia de Dios, ausencia de pecado grave. Mal, muy mal las personas que se acercan a comulgar sin tener el alma limpia, pues e meten en otro pecado más por no saber distinguir el pan de la mesa del hogar a la de la mesa de Cristo. No ofendamos más a Jesús en la EUCARISTÍA RECIÉNDOLO INDEBIDAMENTE.
Ya sabemos que para recibir a Jesús bien debemos de tener en cuenta estas tres condiciones: A) SABER A QUIEN RECIBIMOS: RECIBIMOS AL MISMO SEÑOR JESÚS.
B) RECIBIRLO EN GRACIA DE DIOS, CON AUSENCIA DE PECADO GRAVE, PODEMOS TENER FALTAS LEVES Y EL MISMO AMOR, FUEGO DE AMOR QUE ES CRISTO- NOS PURIFICA ESE FUEGO DIVINO.
C) GUARDAR EL AYUNO EUCARÍSTICO, Es decir no haber comido o bebido una hora antes de comulgar. El agua natural y los medicamentos no rompen ese ayuno.
Santa María de la Eucaristía, el primer Sagrario viviente, intercede para que la Eucaristía nos una en una Iglesia viva y apostólica y "que construye la Iglesia y la Iglesia celebra la Eucaristía" ( Concilio Vaticano II. Y SEA ALIMENTO PARA LA VIDA ETERNA.
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