En este domingo décimo del tiempo Ordinario; después de celebrar la Santísima Trinidad y del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, retomamos los domingos del T.O. Interrumpidos el pasado dia 7 de febrero. Los primeros cristianos celebraban el domingo, el primer día de la semana y cada 8 días, como hizo Jesús en sus apariciones. Era el domingo la medular de su vida de fe, de celebrar la fe en el RESUCITADO, base y fundamento de nuestra fe y de celebrarla comunitariamente. El domingo tiene la máxima importancia se reunían para partir el pan, escuchar la Palabra de Dios y la Eucaristía, celebrar la redención, la salvación realizada por Jesús. Cada domingo celebramos lo mismo: JESÚS HA RESUCITADO Y SIGUE PRESENTE ENTRE NOSOTROS EN SU EXISTENCIA GLORIOSA, es el día en que no tanto le dedicamos nosotros un tiempo a él, sino su dedicación a nosotros, nos regala sus apariciones,, que podamos verlo tocarlo, comerlo,...todo en el primer día de la semana, como lo ha hecho con sus discípulos lo hace con nosotros.
Jesús sigue actuando hoy con la misma sencillez que entonces, pero requiere nuestra fe, confianza cierta en lo que nos transmite, comunica, que le escuchemos. Jesús se acerca a Nain y se encuentra con una procesión que sale de la ciudad con el hijo único de una mujer viuda- una mujer viuda y sin su hijo único-no era nada, ni nadie hacia caso de ella, no tenía ninguna defensa,... La madre-como es lógico llora, desconsolada de dolor pues ella misma es consciente de su situación en aquella época. Jesús camina hacia la ciudad y para a la comitiva, se dirige al joven y le dice:" Muchacho, a ti te digo: levántate. el muerto se incorporó... y se lo entregó a su madre". Sencillez total, si aspavientos, sin llamar la atención y tiro de cohetes,... Así demuestra Jesús su divinidad, pues solo con decirlo ya e realiza el signo, mientras que en la primera lectura Elías para devolver a l vida al hijo de la viuda de Sarepta, invoca al Señor, no tiene Elías el poder de Dios.
Dios ejerce de esta manera una obra de misericordia, ya que estamos en el año Jubilar de la Misericordia de Dios. En la primera lectura la viuda tiene miedo de Dios, de la presencia de Dios, se asusta, pues entonces tenían una imagen de Dios negativa, de miedo, que castiga con la muerte y lleva cuenta de todos nuestros pecados:" Has venido a recordarme todas mis faltas y a causar la muerte de mi hijo", por esos actúa Elías; pero Jesús le vemos cómo ejerce su compasión, su misericordia devolviendo el alma al joven y el joven a la vida. Jesús se compadece al ver llorar a la madre-viuda, manifiesta su divinidad, su poder y devuelve al joven a su madre. Os recomiendo que no tengáis miedo a Dios, sino amor, pues cuando hay amor no hay temor, ni miedo y,cuando hay miedo es que no hay todavía el amor que debemos de tener.
Jesús sabe consolar también hoy como entonces, pero no encuentra en nosotros la fe, la confianza que se requiere para ser sus discípulos y hacer en nosotros los signo que necesitamos. Haríamos signo si tuviéramos la confianza necesaria. ¡Ojalá acudamos al Señor! Pues Jesús nos ha dicho: " venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré". Jesús nunca ha pasado de largo ante ninguna necesidad humana, ni lo hace hoy tampoco. Acude a quien te puede solucionar tu cansancio, tu agobio, tus tristezas. Se alegre y confiado/a en el Señor Jesús. Frecuenta la Confesión. Santa María. Madre de Dios y nuestra intercede por nosotros para que nuestra fe y confianza en el Señor sea eficaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario