martes, 3 de noviembre de 2015

DOMINGO 32. T.O. 2015. GENEROSIDAD E INTERIORIDAD.

En este domingo 32, la palabra de Dios n os lleva a ver la generosidad de dos viudas: la viuda de Sarepta y la viuda en el templo; la primera dan de alimento al profeta Elías y ella le da de lo que tiene, lo que le queda, y luego dejarse morir porque no había alimentos por la falta de lluvia, le da al profeta y allí no faltó el pan, el agua y el aceite por dar lo que le quedaba al profeta de Dios, así la bendice el Señor. y la viuda del templo Jesús observa a los que van echando en el cepillo y unos echan grandes billetes y la pobre viuda "echa dos reales". Parece una miseria, pero Jesús que ve nuestro interior dice que la viuda ha echado más que nadie porque aquellos han echado de lo que les sobra y esta ha echado de lo que necesita para vivir, lo que tenía para vivir. Ambas lo dieron todo, no lo que les sobraba, sino lo que necesitaban para vivir. Las dos lo ofrecen todo a Dios y por Dios; la primera atendiendo al enviado de Dios a Elias y la segunda ofreciendo limosna en en el Templo de Dios. Podemos sacar unas enseñanzas, unos mensajes para nuestras vidas: FE. La fe es esa virtud que nos lleva a fiarnos de Dios, a confiar en Él, pues la fe nos alimenta en una actitud interior de saber ofrecer las cosas, nuestras cosas-como administradores, no como dueños- a disposición de  Dios-creador de todo para nosotros- y que nuestra vida está en las manos de Dios porque confiamos en su Providencia amorosa de que cuida de nosotros y nunca nos abandona pues es un PADRE CARIÑOSO, OMNIPOTENTE Y nunca nos dejará. Esa fe nos llevará a dos actitudes: Generosidad, que somos todos hijos de Dios y, por tanto, hermanos, miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia, que es Cristo y así como Cristo no hizo cálculos de su vida para entregarse por nosotros, tampoco nosotros debemos de hacer cálculos para darnos a Dios y a los demás con los bienes que tengamos.
 Interioridad porque Dios no mira la cantidad, sino la intención de corazón en ese donativo, en ese dar y-sobre todo- darse con fe, amor. Todo lo que existe lo ha creado Dios para nosotros, para nuestra subsistencia y, somos por lo tanto, administradores, no señores ni dueños. Todo esto incluye desprendimiento, pues lo confesemos o nos, ¡cuántas veces estamos apegados a las cosas de este mundo y olvidamos la vida eterna y que esta vida se consigue siguiendo a Cristo pobre, humilde, desprendido siempre menos en la cruz que en la cruz estuvo bien sujeto, bien clavado. Que sepamos compartir con los pobres y lo que demos lo demos de corazón, con pureza de corazón, por Cristo viendo y descubriendo en el necesitado a Cristo, se la damos- mejor se lo devolvemos a Cristo- en el pobre. Los bienes, el dinero no son de suyo malos, depende del uso o abuso que les demos o del fin a que los destinamos, o de cómo los hayamos adquirido.
 Tengamos la fe despierta y vivamos la confianza  en el Señor que nos sustenta y sabemos que sabe que estamos aquí y que necesitamos de Él siempre. No nos olvidemos de que la mayor riqueza de la Iglesia son los pobres, si sabemos descubrir en ellos a Jesús. No tengamos miedo el saber compartir con los hermanos necesitados nuestros bienes, dineros, siendo generosos como Jesús fue y es con nosotros. No temas Jesús no te va a fallar nunca y te premiará ya aquí con el 100 por 1 y luego la vida eterna. Santa María, Madre de Dios y nuestra, intercede para qeu seamos como tu humilde, pobre y confiada solo en Dios.

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