martes, 10 de noviembre de 2015

DOMINGO 33 T.O. 2015: 2ª VENIDA DEL SEÑOR LLENO DE GLORIA Y MAJESTAD

Estamos en el domingo 33 del Tiempo Ordinario, penúltimo domingo del año litúrgico-próximo domingo: Cristo Rey- Jesús nos sigue dando enseñanzas en lo tocante al final de los tiempos para que así como entendemos los tiempos entendamos también los signos del final de los tiempos. No quiere Jesús que no estemos advertidos. El hace lo debe hacer y quiere que nosotros nos pongamos las pilas para que cuando llegue ese momento no  nos pille desprevenidos. Por eso nos invita a estar despiertos, vigilantes como el amo de casa que vigila para no ser sorprendido por el ladrón-que no sabe a qué hora va a venir- pero que viene sin avisar y a la hora que menos lo esperamos- y nos hurta lo que pueda; pero si estamos alertas no nos dejamos sorprender y estamos preparados. No perdamos de vista que el fin último nuestro y de  porque Dios nos ha creado es para SALVARNOS, ALCANZAR LA VIDA ETERNA, GOZAR DE DIOS SIEMPRE. Muy interesante es que tengamos presente que precederá la venida del Hijo del Hombre( 2ª venida, la 1ª ya se efectuó con su encarnación en María por el Espíritu Santo para redimirnos) y ante esta segunda venida  esta la vida presente que es de parecernos a Jesús, a ese Jesús, Hijo de Dios y Dios como el Padre, para enseñarnos el camino de la Vida, sigamos sus huellas, sus pisadas, sus pasos. Cristo se ha ofrecido una sala vez y para siempre por nosotros porque es el verdadero y único sacerdote elegido por el Padre y se ofrece en la cruz por nuestros pecados, Estamos redimido por Cristo, aprovechemos esa redención ofreciéndonos también nosotros cada día por amor a Dios y a los hermanos. Cristo no solo es la Palabra por la que ha hecho todo, sino -que hecho hombre- se convierte en el modelo y camino hacia la inmortalidad, hacia la Vida eterna por Él ganada con su cruz y resurrección. El nos introduce en el santuario eterno del disfrute y goce de Dios en el cielo. Nos salva enteros, es decir no solo el alma, sino también el cuerpo. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no fallarán. Este mundo se va a terminar: ¿ Cuándo? No lo se, Solo EL PADRE LO SABE. Nosotros se nos pide que estemos preparados siempre porque no sabemos el día y la hora, por eso nos avisa Jesús: " estad alertas y vigilantes". Jesús nos avisa de su venida gloriosa." Verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad". Imagen viva de de nuestra fe. Imagen viva de su muerte y resurrección, donde se nos revela su Amor, su Vida, Su comunión con el Padre, abriéndonos el camino a todos los creyentes, pues Cristo es, además del Camino es la Verdad y la Vida. Hay que esforzarse por acertar con el Camino que es Cristo, pero, además, en esa Verdad y Vida nos conduzca Él al TRIUNFO,  de Victoria y de éxito; la victoria es victoria del Amor de Dios, de su Espíritu, de su CRUZ Y RESURRECCIÓN.Victoria de la cruz, victoria del amor, victoria de la verdad, victoria de la vida, victoria de la voluntad de Dios para hacernos felices.
 Vivamos más la virtud de la esperanza, la alegría que produce esta virtud, ,pues tendemos hacia la patria celeste, pues ahora estamos como en destierro, pues no es esta tierra nuestra patria, sino la verdadera patria es el CIELO:  Todos nuestros trabajos,  esfuerzos, sacrificios, por muy duros que nos parezcan no es nada en comparación de la gloria que un día se nos manifestará, No hay comparación entre algún dolor de la vida presente y la gloria celestial. Merece la pena ser cristiano y tratar de identificarnos con Cristo porque nuestro fin es el cielo, es la GLORIA. Vigilemos y estemos atentos  que merece la pena seguir a Cristo porque todo nos conduce a la Vida eterna, a la gloria celestial. Dios te ama y te ayuda, no te deja en nuestras debilidades, sino que nos acompaña cogidos de su mano de la de María para que lleguemos acompañando a Jesús que viene lleno de majestad y de gloria y entrar con Él en la gloria eterna, en la contemplación de Dios. Santa María, Reina de todos los santos, intercede por nosotros para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

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