miércoles, 23 de octubre de 2013

Domingo 30 T. O. 2013. La oración humilde

Jesús nos sigue enseñando sobre la oración. El domingo pasado con la parábola del juez injusto y de la viuda nos indicaba como debe ser nuestra oración continuada, sin interrupción, y hoy nos enseña que esa oración, además, debe ser humilde; para esto nos ilustra con otra parábola: la del fariseo y el publicano. Nos dice que subieron dos hombres a orar al templo, uno fariseo, y el otro publicano. El fariseo oraba así: " De  pie, adelante en el templo, oraba para sí: ¡Oh Dios! te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano, ayuno dos veces por semana, pago el diezmo. El publicano se quedó atrás y no se atrevía a levantar la vista al cielo, y se daba golpes de pecho diciendo: ¡Oh Dios, sé propicio con este pecador!.
 Las dos posturas de los hombres, la primera, la del fariseo( oraba para si, no para Dios ni para los demás). Todos estamos necesitados de la misericordia de Dios, y no somos hombres y mujeres  de oración agradable a Dios cuando somos orgullosos, soberbios, justos-sin necesitar de la misericordia de Dios- porque se consideraban santos, por sus méritos, sus obras, se sienten seguros de sí mismos ante Dios y ante los demás y los desprecian. Recordad que ora erguido, gustándose a sí mismo y no a Dios, se extasiaba en sí mismo, alardeaba de sus virtudes como algo propio y despreciaba a los demás. Los fariseos eran muy rigoristas y se basaban en sus obras. Este no agrada a Dios por su orgullo y su soberbia, se hace odioso a los demás. Por el contrario, el publicano es humilde en su actitud, porque se considera pecador, necesitado de salvación, de perdón, de misericordia y se da golpes de pecho en señal de arrepentimiento, ve su pequeñez, su pecado y que sin Dios no puede nada. Jesús nos dice que este bajó justificado y el fariseo no. Jesús repite varias veces en el evangelio:" El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
 Por otra parte, Dios siempre escucha la oración,la oración del pobre, del humilde, del oprimido, el grito del pobre alcanza y llega a Dios. El humilde, el pobre, el oprimido siempre se presenta ante Dios como es: un hombre necesitado de Dios y de todos. La oración cristiana debe ser así humilde, sencilla, confiada porque la oración hecha con fe lo alcanza todo.Nuestra oración ha de ser así humilde y tu oración llegará a Dios, pues obstaculizar la misericordia de Dios es ser soberbio y no humilde. Cuando somos humildes la oración se manifiesta de dos maneras:a)oración de petición de la misericordia divina y b) como oración de acción de gracias. estos dos modos nos impiden ser orgullosos y  caer en la tentación de atribuirnos a nosotros mismos las gracias de Dios. Cuando oramos con humildad atraemos la luz, la paz y la gracia de Dios sobre nosotros y nos lleva paso a paso a la santidad, a pesar de nuestros fallos, pues por encima de nuestros fallos está la gracia y la fuerza de Dios. Podríamos hacernos una pregunta en nuestro interior ¿ Cómo es mi oración? ¿ A quién me parezco? Os digo que cuando le pedimos perdón y misericordia a Dios nos encontramos interiormente mejor porque- es verdad- Dios nos escucha y perdona al que se humilla y pide perdón de corazón. No perdamos la confianza en el Señor porque siempre nos escucha si somos humildes y le pedimos perdón. Miremos a María como agradó al Señor por su oración humilde. Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a ser humildes de corazón. Tened siempre confianza en el Señor porque te quiere como nadie y más que tu mismo te quieres.

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