Seguimos, con emoción interior, las enseñanzas divinas de Jesús mostrándonos el camino de llegar a la visión, disfrute de Dios, nuestro Padre que por amor -nos ama como nadie- y nos crea por ese amor que nos tiene, que nos perdona al ir caminando cometiendo fallos. Esto es amor. No se nos propone la infidelidad del administrador infiel y sagaz, sino que lo que debemos imitar es esa sagacidad para las cosas de Dios, para amarlo, seguirlo, darlo a conocer a los demás con generosidad, con audacia, con valentía. El amo alaba a su administrador y Jesús también, no por sus hechos que son malos y delictivos, sino por su astucia, por su capacidad para buscarse un futuro sin complicaciones y todo esto a costa de los bienes de su amo y de hacer trampas. Tiene ingenio para el mal. También nosotros quiere Jesús que usemos el ingenio, la inteligencia para evangelizar y hacer un mundo nuevo, mejor, lleno de esperanza en Cristo que es el único que nos la puede dar y, que además, la necesitamos y esperamos. Aprovechemos esta vida presente para llenarnos de riquezas, de dones de Dios y transmitirlos a los demás. Salgamos de un encefalograma plano y pongamos manos a la obra divina de dejarnos evangelizar y de evangelizar a los demás.
Jesús nos advierte de que no debemos dejar las cosas siempre para mañana, sino que nos pongamos ya a trabajar por el Reino de Dios, como misión recibida y participada en Cristo por el Bautismo. No nos dejemos llevar por las corrientes modernas que no hacen nada por nadie, sino que contemplando a Jesús, evangelicemos sin parar, para salir de la apatía, de la insolidaridad, de la tristeza de esta sociedad que sólo sabe vivir el momento presente y de gozar ya sin esperar a mañana, sin ilusión, de ir tirando, de aburrimiento, de cansancio,... Somos administradores de los bienes temporales y sobrenaturales, pero no dueños. También se podría meditar otra idea que nos brinda el evangelio: la corrupción. Cuánta sed de ambición de bienes y dinero para provecho propio y perjudicando a otros con mucha injusticia, avaricia y olvidando a los pobres y marginados. Jesús termina dando un juicio moralizante:" No podéis servir a Dios y al dinero" Procuremos rentabilizar todo lo que hagamos cada día con vistas a la vida eterna, porque hemos administrado bien la misión que nos encargó el Señor. Mira todo lo que hagas cada día no pasa desapercibido para Dios y Él te premiará. ¡ Cuántas injusticias se cometen en el mundo hoy! y cuántas repercusiones tienen en los que trabajan y pierden valor adquisitivo. ¡ Cuántos han perdido bienes por hipotecas y dinero por preferenciales,.... ¿ Dónde debemos actuar los cristianos? Aquí tenemos terreno abundante para trabajar por Dios y por los demás. María, Madre de Dios y nuestra ayúdanos a saber administrar bien los dones de Dios como Tú.
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