Seguimos de cerca a Jesús en su subida a Jerusalén y, sobre todo en las enseñanzas que nos va dando a los que queremos ser sus discípulos. Le hacen una pregunta muy importante; se la haríamos tu y yo con verdaderos deseos de ser salvos por Él, porque es lo más importante para nuestro ser: la salvación, alcanzar la Vida eterna, ver, contemplar a nuestro Padre Dios, alcanzar la meta para la que hemos sido creados: ¿ Serán pocos los que se salven? y esta pregunta le da pie a Jesús para hacer un discurso sobre la salvación del hombre y de la mujer. Dios Padre quiere la salvación de todos; Dios hace en la persona de su Hijo, que lo envía al mundo" para salvarnos y darnos ejemplo de vida", hará que en su entrega en la cruz nos reconcilie con el Padre. Jesús quiere decir: SALVADOR. Jesús alcanza la salvación para todos y ofrece la a todos, pero no todos la quieren. Dios respeta la libertad del hombre y mueve sus conciencias, pero no obliga a nadie a nada, sino que invita, orienta y nos ayuda con su gracia,... Pero debemos aceptarla por nuestro bien y saber lo que conlleva: esfuerzo, trabajar por el Reino de Dios y por la salvación del mundo con Jesús; debemos poner de nuestra parte lo que nos corresponde: esforzarnos, deseo de salvación, usar bien nuestra libertad, no darnos ya por salvados, aunque Jesús-con su entrega en la cruz y Resurrección- nos ha salvado y estamos por Él salvados, debemos poner lo que nos toca: VOLUNTAD de querer ser salvados y de salvarse. No nos separemos nunca de la Voluntad de Dios y de su ofrecimiento de salvación, que pongamos nuestros deseos de salvación en las manos de Dios para que sean seguros y no meras ilusiones, sin ninguna voluntad positiva de hacer algo por aceptar la salvación de Dios. No atribuirnos a nosotros los méritos de la salvación, sino a Jesús.
La puerta de la salvación está abierta para todos los que la buscan de verdad y sinceramente con fe, esperanza y un gran amor. La salvación es para todos y no para unos pocos. "Jesús en la Cruz entregó su vida por todos".
Debemos dudar de la puerta ancha, de escoger del Evangelio de Jesús no lo que nos gusta o conviene,sino llevar una vida como la de Jesús, la de María, la de los santos,... Debemos estar en tensión por entrar por la puerta estrecha que conduce a la Vida. Que no se de en nosotros querer satisfacer todos los caprichos de la vida presente sin renunciar a nada y luego la vida eterna, no, debemos formar nuestra voluntad con algún sacrificio o renuncia para asemejarnos más a Jesús, el Salvador. Pensemos, por otra parte que la salvación es obra del amor de Dios que nos crea, nos salva por Jesucristo en comunión con el Espíritu Santo que nos aplica los méritos de Jesucristo por medio de los sacramentos, de la oración, de meditar la Palabra de Dios,... Tengamos fe en el Señor, nuestro Dios que no nos engaña nunca ni quiere ni puede porque es un Padre lleno de amor y de ternura para con nosotros, sus hijos.
Os invito a conocer más a Jesús en la oración mental, a recibir con frecuencia los sacramentos de la misericordia de Dios, del perdón de los pecados, y de la Eucaristía para fortalecernos y poder recorrer el camino con Él y, así, entrar por la puerta estrecha que conduce a la Vida. Es posible que tengamos anemia en la vida del espíritu porque no estamos alimentados por el Señor, no porque no nos alimente, sino porque no nos dejamos alimentar. Bastantes hermanos dudan, niegan, no les cabe en les cabeza tanto misterio de amor de Dios. Creamos en Dios creyendo en la Iglesia- todo bautizado es Iglesia-, pues la Iglesia- familia de fe en el Señor resucitado- camina siempre con Jesús y detrás de Jesús hasta la cruz y la vida eterna, sufriendo las persecuciones por amor a su Cabeza: Cristo. Virgen María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, intercede por nosotros para que alcancemos la vida eterna, la salvación.
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