Un año más, con mucho gozo, vamos a dedicar unos momentos de reflexión sobre este misterio de nuestra fe como es: La Asunción de María a los cielos. No podría ser de otra manera, pues su Hijo, el Hijo de Dios, que se hizo hombre en Ella y que Ella tanto se dedicó a su Hijo con todo cariño y amor, pues Jesús la debía de tener junto a sí en su gloria. Pues Dios Padre para enviara su Hijo al mundo para salvar al mundo-y salvarlo desde dentro-esto es haciéndose hombre, tomando nuestra naturaleza, pues fue la que pecó, ofendió a Dios y se rompió la armonía y comunión de Dios; Dios escogió una madre para hacerse hombre su Hijo y la elegida fue María. Fue llena de gracia de Dios desde el primer instante de su concepción por los méritos de Jesús aplicándoselos anticipadamente, mientras que a los demás mortales se nos aplican después de conseguirlos por medio de los sacramentos.
Ella es la fiel oyente de la Palabra de Dios, recordemos la página evangélica de la Anunciación cuando se le presenta el ángel para anunciarle que era la llena de gracia y escogida para ser la madre del Altísimo y dice Ella: " Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra"(Lc.1,38). María, desde ese momento, empieza a estar en su vientre.
María es la mujer creyente, porque escucha la Palabra de Dios la sigue fielmente. Cuando el ángel le anuncia la encarnación, le dice:" que su prima Isabel está de 6 meses" y se pone en camino con toda rapidez para ayudarla hasta que de a luz a Juan el Bautista. María se abre a la Palabra de Dios, al plan de Dios, a la voluntad de Dios. Jesús nos dice: " Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen"
María es la mujer orante pues todo lo que oía de Jesús lo guardaba, meditándolo en su corazón. Ella estuvo conservando esa oración, esa unidad y ese espíritu de comunidad de fe, de amor, de espera en la venida del Espíritu Santo con los Apóstoles en el Cenáculo. La oración ha hecho de María una mujer fuerte, serena, alegre y fiel a la voluntad del Padre y realizar su misión, misión de cuidar, atender al Salvador,... Ella supo ofrecer su vida a hasta la cruz y, allí, se ofreció a Jesús y con Jesús para colaborar con su Hijo-el Hijo de Dios- para la redención del género humano. María es, no sólo por esto, sino por toda una vida de entrega al Señor madre de la Iglesia, es decir: Madre de los pastores y madre de los fieles. Miremos y amemos a María con sincero corazón e invoquémosla como madre y modelo de vivir con el Resucitado.
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