Convencidos, como los Apóstoles, de la resurrección del Señor JESÚS, seguimos viendo características del Resucitado, el pasado domingo: El Buen Pastor, hoy el mandamiento nuevo, no por la novedad, sino porque siempre es actual y es ejercicio para la vida eterna que será el amor, el amarse y dejarse amar. Debemos aprovechar bien este tiempo presente porque es eso: ejercitarse en amar para cuando lleguemos a la presencia del Padre estemos entrenados en el amor. Como dice S. Pablo cuando lleguemos al cielo la fe desaparece, no la necesitamos porque ya estamos viendo; la esperanza también desaparece porque ya hemos conseguido la meta, la virtud que no desaparece es la caridad, el amor: amar a Dios y ser amados eternamente por el Señor. Si en algo hemos de distinguirnos los discípulos de JESÚS es en que nos amamos sincera y limpiamente, como JESÚS nos amó y nos ama. Las primeras comunidades cristianas eran bien vistas porque se amaban y decían de ellos: " mirad cómo se aman", los veían alegres, sabían compartir y nadie pasaba necesidad y, así, se abrió paso el Evangelio con la fuerza del Espiritu Santo, y daban testimonio con sus vidas, derramando su sangre, por la verdad de JESÚS RESUCITADO. Ellos siempre lo hacían nuevo en el mundo en el que vivían. Es una novedad nueva y bella y, mirando al Maestro,-que nos amó hasta el extremo, hasta la cruz- así debemos amarnos los unos a los otros- "cómo yo os he amado"- Contamos con la gracia de Dios para vivir este mandamiento. El amor a Dios y a los hermanos es -además- una fuerza liberadora porque estamos hechos para amar y ser amados por Dios y por los hermanos.Este amor tiene poder para renovarnos y transformarnos y hacer una tierra nueva como preámbulo del cielo. Todo en Dios se mide y es AMOR y nosotros para ser hijos suyos y discípulos de JESÚS debemos amarnos. Debemos amarnos hasta el fin, con gratuidad, sin condiciones, mutuamente, perdonándonos unos a otros, sabiendo disculpar los defectos de los otros, no hablar mal de los demás, hablar siempre bien de los otros, amor universal a todo el mundo como JESÚS que se entregó a la cruz por todos. Amar es ley básica en la convivencia humana que no se pueda decir:" el hombre es para el hombre lobo" pues esto degradaría al ser humano hecho/a a semejanza de DIOS.
Mirar a JESÚS, que se dió siempre por vivir la Voluntad del Padre y por amor a nosotros con todo su corazón-corazón de DIOS-HOMBRE-, nos ama sin medida, con sacrificio, con alegría, vitalmente. Nuestra comunión con la Trinidad Santísima es en el amor. Dejarse llevar de la acción del Espíritu Santo que es el AMOR de DIOS. " La señal por la que conocerán que sois discípulos míos es que os amáis unos a otros"; no porque seamos guapos, listos, ricos, tengamos poder, hagamos obras a la vista de todos,...sino porque vivimos el signo de la Pascua, secuela de la fe en la RESURRECCIÓN DE JESÚS, pues el fruto de la fe es el amor, la caridad; yo considero que si no creo en la resurrección del Señor, difícilmente puedo amar. También debemos de tener en cuenta que ese amor nos ha de llevara orar por los enemigos y perdonar y hacer el bien a los que nos odian( esto parece el más difícil todavía). Pero si seguimos en oración podemos pensar y dejarnos inundar del Señor para que veamos qué es esto posible, y qué lejos estamos de ser verdaderos discípulos de JESÚS, mucho tenemos que trabajar todavía en el tiempo que DIOS nos permita estar en este camino humano de la vida presente hasta llegar al Padre y darle cuenta de nuestra vida de amor, de irradiar caridad a nuestro alrededor. El verdadero amor divino-humano es lo que hace que todo sea nuevo, que lo estemos estrenando siempre. El amor lo hace todo nuevo. Cuando parece que siempre es todo lo mismo, rutinario, cansino, que nos entristece porque siempre es lo mismo, igual,.. lo que lo hace distinto, alegre, que nos llena y nos saca de ese vacío y de esa rutina que pueden padecer tantas personas actualmente porque viven alejados/as, olvidados/as de DIOS, pero ese amor a DIOS y al prójimo, ese ejercitarnos en el amor nos llena de alegría y, aunque hagamos cada día lo mismo, no es lo mismo, es distinto porque el amor-hecho con amor- lo diferencia. Y¡ qué decir si esto lo llevamos y vivimos en la Eucaristía! Sacramento de amor, de entrega hasta la cruz de JESÚS y alimento para ser fuertes en el ágape , igual a cariño, oblación, misericordia, ternura, comida. Participa en la Eucaristía y vívela, aliméntate del Señor. Virgen María, madre del amor, que acompañaste a tu Hijo hasta la Cruz, con entrega generosa, intercede para que sepamos olvidarnos de nosotros mismos y amemos a los demás como el Señor y al Señor y a nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario