lunes, 8 de junio de 2015

DOMINGO 11 DEL T.O. 2015. PARÁBOLAS DEL REINO DE DIOS.

Hace 15 días que se retomó el Tiempo Ordinario, pero hemos tenido la solemnidad de la Santísima Trinidad y el domingo pasado la solemnidad del cuerpo y de la sangre de Cristo y hoy ya podemos meditar siguiendo al evangelista S. Marcos.
 Podemos darnos cuenta de que la Palabra de Dios es siempre veraz, eficaz, viva, luz que nos ilumina y que siempre es fecunda en nosotros. En las parábolas de este domingo nos quiere enseñar cómo actúa Dios en nosotros, en el mundo,... Hoy Jesús nos propone dos parábolas para que veamos que uno es el que siembre, otro el que recoge, pero "el que da el incremento es Dios". Ambas parábolas comienzan " el reino de Dios se parece..." En la 1ª es " una semilla que es sembrada en tierra,...hace recaer el acento en un aspecto:cómo va reventando la semilla en la tierra, va creciendo, da el tallo, el fruto; No sabemos cómo, pues el labrador echa la semilla en tierra y espera y va mirando a ver cuando brota, como crece, como da el fruto, y no sabe cómo, pero ahí está su visión cada día,... Esto es lo que sucede en nuestra vida interior, en nuestra vida espiritual, la Palabra de Dios es esa semilla que se siembra en nuestro corazón y no sabemos cómo, pero va dando su fruto porque así como la semilla tiene en sí misma una fuerza interior grande que la hace brotar,  brotar, crecer, dar su fruto maduro y abundante, pero no se debe sólo al trabajo del labrador, sino del que da el incremento que es Dios,la fuerza que Dios ha concedido a cada cosa de la creación para que realice su fin para el bien de la humanidad. La vida espiritual nuestra al sembrar la semilla Dios hace que produzca su fruto, a nosotros nos toca colaborar con el Señor, pero el incremento, la fuerza es de Dios, viene de Dios, no nos creamos que es cosa nuestra solamente. Ante las dificultades, obstáculos, peligros exteriores nosotros no podemos solos, es el Señor el que nos ayuda a superar todo obstáculo,...
 La segunda parábola la del grano de mostaza, que es la más pequeña de las semillas y nos quiere dar la enseñanza de que no nos dejemos engañar por los éxitos de la misión; ni de los detractores, de los que nos ponen dificultades, ni nos dejemos engañar por las apariencias y halagos humanos y lo que ahora se presenta cómo débil, pequeño, insignificante  llegue a ser grande, fuerte y vengan las aves del cielo a habitar en ese árbol. Jesús nos quiere llamara  a vivir una gran y verdadera fe en Dios y en su Hijo Jesucristo que nos descubre a Dios-a quien ni tu ni yo hemos visto, pero creemos y le amamos porque Jesús, su Hijo único- nos la ha descubierto, revelado. También a que pongamos en Dios nuestra confianza. Dios actuó, actúa y actuará en silencio, en lo escondido, en nuestro interior y lo que debemos hacer es descubrir su presencia y dejarle actuar e iremos viendo el fruto por su acción y nuestra colaboración con su gracia. El es el autor de nuestra santidad y salvación. Podemos ver cómo ese Reino de Dios nace,crece dentro de nosotros porque Cristo actúa como actúa el Padre y el el Espíritu Santo de modo especial.
 Nuestra vida  cristiana, espiritual es un don de Dios, una acción del Espíritu Santo,... En nosotros debe darse la paciencia del sembrador que siembra y espera con paciencia todo el proceso. Las cosas naturales tienen su ritmo y las cosas del espíritu también; hay fieles que se impacientan demasiado y quieren las cosas dichas y hechas o sembradas y recoger ya los frutos y todo debe seguir su ritmo, el ritmo de Dios;  y la eficacia también depende de Dios; nosotros debemos ser instrumentos de la evangelización de nuestro mundo de hoy, no abandonemos la misión encomendad por el Señor a cada uno de nosotros. Seamos sencillos y humildes, imitando a María, que hizo maravillas el Señor en Ella por su sencillez y humildad, pues María lo refería todo a la obra de Dios, al amor de Dios hacia nosotros. Meditemos la acción de la palabra de Dios en nosotros. Santa María intercede por nosotros para seamos humildes y que la semilla de la Palabra de Dios fructifique en nosotros como en ti.

















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