domingo, 10 de agosto de 2014

MARÍA ASUNTA AL CIELO. ESPERANZA Y ALEGRÍA

El próximo día 15, celebramos la solemnidad de María asunta al cielo. María está ya plenamente redimida porque está no solo con su alma en el cielo, sino también con su cuerpo; Tu y yo estaremos plenamente redimidos cuando estemos en cuerpo y alma contemplando al Señor; los difuntos, nuestros hermanos están esperando la futura resurrección-cuando vuelva Jesús al final de los tiempos- y nos resucite a todos, pero María ya está con cuerpo y alma viendo y gozando de Dios.
 Esta fiesta nace del pueblo y no de las fuentes teólogicas, aunque luego le den los teólogos forma y fundamento escriturístico.
 No cabía pensar otra cosa tanto en los teólogos como en el pueblo fiel el triunfo y victoria de María, ya que estuvo tan unida a su Hijo -Hijo de Dios:Jesús- desde la encarnación, hasta ir criándolo, acompañarlo, estar unida a Jesús en la cruz, disfrutar de manera gozosa de la Resurrección de su Hijo, verle subir al cielo y estar a la derecha del Padre.
 Los cristianos orientales y los católicos celebramos de modo especial esta solemnidad, no es para menos, pues la escogida por DIOS para ser su Madre en la tierra y que tome la naturaleza en ella el Hijo de Dios, la que adornó, llenó de gracia desde el primer instante de su Concepción( Inmaculada Concepción). Celebramos la durmición de María y asunción de nuestra madre.
  El Papa Pio XII el 1 de Noviembre de 1950 definió el dogma de  María asunta al cielo en cuerpo y alma, lo que no conoció pecado ni el original y que tan unida estuvo a los misterios de nuestra redención por Jesús.
 Esta fiesta nos debe llevar  a ser apóstoles y evangelizadores del Señor como fue María con su vida fidelísima  a la voluntad de Dios. La asunción de María es la victoria de Cristo resucitado-el primero de todos- como primicia de todos los que duermen y nos abre las puertas del cielo. María vence por su unión a Jesús y tu y yo venceremos por nuestra fidelidad al Señor Jesús. Hay un lugar en el cielo para ti y no solo para nuestra alma sino también para nuestro cuerpo. María es la esperanza de la Iglesia que peregrina todavía en este mundo. ¡Cómo debemos de vivir la vida presente- a imitación de María- para poder ocupar el lugar que Dios nos tiene reservado para cada uno de nosotros. Seamos humildes como María para que el Señor haga maravillas en nosotros como en María. Santa María, Madre de Dios y nuestra, intercede por nosotros para que vivamos la fe, la esperanza y el amor y caminemos al encuentro del Señor con esperanza y alegría.

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