Cada domingo Jesús nos va enseñando alguna virtud, algún valor evangélico, en este caso es la oración y la necesidad de orar. Jesús antes de invitar a una virtud la vive, la explica, da ejemplo visible. Él ora y los discípulos al verle orar le dicen: "Señor, enséñanos a orar. Les dijo: " Cuando oréis decid: Padre, santificado...." nos enseña la oración más completa, más hermosa, más eficaz, pues en ella van las diversas peticiones que necesitamos los seguidores de Jesús. La oración ha sido necesaria siempre. Jesús vivió perfecta y permanentemente la comunión con el Padre y el Espíritu Santo, pero los discípulos lo ven orar y es cuando le piden que les enseñe a orar. Orar, no es solo decir oraciones con los labios y el corazón, es mucho más es un dialogo directo, personal entre Jesús, el Hijo de Dios y el alma que está con el corazón y el alma abiertos a la Palabra de Dios, escuchar a Jesús. No se trata tampoco de decirle una y otra vez las cosas que necesitamos, pues Dios ya las sabe, pero quiere que se las digamos para ensanchar más nuestra capacidad de recepción de los dones y gracias de Dios que está dispuesto a concedernos y -fijaros bien- darnos mucho más de lo que pedimos o necesitamos, porque se da Él mismo. La oración ha de ser una conversación de amor con el Amor, de contemplar y-con un silencio interior- estar atendiendo a las inspiraciones, insinuaciones que el mismo Señor nos va comunicando para fortalecer nuestro amor, nuestra vida cristiana, nuestro testimonio de servicio a los demás hombres-mujeres. Este mundo de hoy necesita más que nunca la oración, la conversación con Dios por diversas circunstancias ambientales contrarias a la fe, a Dios, a la Iglesia, a pensar que la oración no tiene sentido hoy cuando hay tanto que hacer, pues precisamente por eso, necesitamos más la oración. No se trata tampoco estar con cronómetro para estar o dedicar tanto tiempo con el Señor, NO. Es estar y entrar en contacto interior con el Señor, dejarse modelar por su Espíritu en una obra modélica y divina. Necesitamos la oración para alimentar la fe, la vida interior, la vida cristiana. También hoy debemos decirle a Jesús: " Enséñanos a orar". Déjate guiar y acertarás en llegar a ser alma de oración, de trato familiar con Dios.
La oración ha de ser confiada y perseverante, mirad el mismo ejemplo que Jesús nos propone en el mismo evangelio: " Si un amigo le pide a otro a medianoche tres panes si no se los da por ser amigo,se los dará porque no le siga molestando". Este no es el caso de Dios, sino el ejemplo para indicarnos la perseverancia la insistencia en la oración. Hay una palabra clave en la oración de Jesús:" PADRE". La palabra Padre lo indica todo en la vida de un niño, de un hijo. Vida, Amor, cariño, cuidado, protección, autoridad, orden, defensa, seguridad,... La parábola también nos indica que Dios nos escucha siempre. Busquemos tiempo para lo más importante de nuestra vida: ser felices. Somos felices cuando tenemos a Dios con nosotros, vivimos unidos a Él y somos conscientes de nuestra comunión con Él, con la Santísima Trinidad viviendo en nosotros. Ahora, en verano, con más tiempo libre procuremos estar un tiempo con el Señor en el Sagrario, no miremos el reloj, miremos al Señor, conectemos con Él, dejarse llenar del amor de Dios,... Santa María, Madre de Dios, Maestra de oración en el Cenáculo con los apóstoles, intercede por nosotros para que seamos almas de oración.
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