Durante estos domingos del Tiempo Ordinario, venimos haciéndonos unas preguntas muy interesantes. Amamos la vida y la felicidad?¿ Amamos la fe? ¿Son muchos o pocos los que se salven? ¿ Estoy yo entre los que se salvan?. Pues hoy Jesús nos propone una virtud muy importante para nuestra vida de fe y para agradar a Dios: LA VITUDU DE LA HUMILDAD.
Referencia una boda y los convidados a la boda y cómo iban ocupando los primeros puestos. Toma la parábola o el ejemplo de una boda como los invitados iban cogiendo los puestos primeros. Y dice Jesús. Cuando te inviten a una boda no vayas a ocupar los primeros puestos, sino los últimos y cuando llegue el que te invitó a la boda diga: amigo sube más arriba, y al que ocupó el primero lo lleve al último; así el primero pasará a tener un gran honor y el que ocupó el primer puesto bajará con gran vergüenza.
El mejor modelo y ejemplo de humildad es el mismo JESÚS, QUE SIENDO DIOS, Y, SIN DEJAR SDE SERLO, SE HIZO HOMBRE, EL ÚLTIMO DE TODOS Y DIÓ LA VIDA POR TODOS, SE HUMILLÓ A SÍ MISMO HASTA LA MUERTE DE CRUZ.
Dios hace maravillas en las personas humildes, como las hizo en María, en José, en tantos santos,...María en el canto del Magnificat dice: "Dios ha mirado la humildad de su esclava e hizo maravillas en mi"
La humildad nos dice Santa Teresa de Ávila:" humildad es andar en verdad".
Darnos cuenta de lo que somos para Dios y delante de Dios. y no lo que parecemos o figuramos ante los hombres. ¡ Cuanto se presume delante de los demás,de lo que tenemos, de lo que poseemos, de lo que valemos, de lo que nos debe el mundo, la humanidad, pero delante de Dios,.... qué somos, qué valemos, esto es lo que de verdad cuenta.
Dios ama a los humildes porque nos parecemos a su Hijo que se humilló como nadie.. Cuanto más grande quieras ser, más pequeño debes hacerte; cuanto más alto quieras hacer el edificio, más debes profundizar en los cimientos; Dios se recrea en los humildes; Dios enaltece a los humildes y humilla a los soberbios.
Al humilde Dios lo quiere, lo prefiere. Lo aman y admiran los demás y se sienten a gusto a su lado, al soberbio, lo rechaza las personas cercanas, son insoportables y huyen del soberbio, del orgulloso, cuando actuamos con humildad nos quieren los demás.
La humildad nos hace bien a nosotros mismos, porque nos vemos lo que realmente somos a los ojos de Dios y sentimos paz y serenidad en nuestro interior porque Dios está con nosotros, porque "es mi escudo y fortaleza", no tengo mejor defensor y más poderoso que el Señor, nuestro Dios en quien me apoyo, me fio y me abandono.
La llamada a la humildad es para toda la Iglesia, para cada uno de los que la formamos. Seamos humildes y Dios hará maravilla en ti y por ti. Santa María, la esclava del Señor, intercede por nosotros para que seamos humildes y no tengamos más orgullo y dignidad que ser humildes hijos de Dios.