lunes, 9 de febrero de 2015

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO. JESÚS CURA A UN LEPROSO.


 El profeta Isaías dijo sobre el futuro Mesías que haría los signos de curar a los enfermos, dar vista a los ciegos, oído a los sordos, andar a los cojos, expulsar demonios, limpiar a los leprosos,... para las gentes de entonces los leprosos debían vivir en cavernas en las montañas, fuera del pueblo, de la convivencia ciudadana, pues la tenían como enfermedad contagiosa e impura, y, una vez que se sabían curados debían mostrarse a los sacerdotes para que les extendiera un impreso de que estaban curados y que podían volver a estar en el pueblo y en convivencia vecinal. Pues bien, este leproso es un tanto atrevido, porque se atreve a acercarse a Jesús para pedirle su curación- con toda seguridad- de que confiaba de que Jesús le curaría porque haya oido hablar de los signos que Jesús hacía curando a los enfermos. La súplica del leproso es hermosa:" " Si quieres, puedes limpiarme". Jesús misericordioso- misericordia visible del Padre ante los hombres- se compadece, extendió la mano quedó limpio, curado. Le dijo Jesús:"Quiero: queda limpio. Ve y  muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que conste a ellos". Las ofrendas que debía llevar al sacerdote al purificarse eran dos aves,...( Lev. 14).La lepra era entonces una enfermedad impura, que había miedo a contagiarse, como podría ser hoy el sida, el ébola,... La lepra era una auténtica humillación. Jesús los cura por su bondad y lo libera de todo mal y secuelas propias; es un indicio de que el Reino de Dios ya está entre nosotros-este era uno de los signos del profeta Isaías. Jesús cura por su propio poder, pero también pide que se cumpla la,ley por parte de los curados. Jesús es el médico de las almas, de la lepra de nuestros pecados, pues "Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y se salve". Meditemos el amor de Dios hacia nosotros: " pues tanto amó Dios al mundo que no dudó un momento en darnos a su único Hijo, para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna". El Papa Francisco nos en EG.:Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia".
 Todos necesitamos de perdón, de la misericordia de Dios, nuestro Padre, porque todos somos pecadores. Señor, se tu la roca de mi salvación. Y que sepamos acudir y decirle a Jesús-por medio del confesor-Señor, si quieres puedes limpiarme y Jesús- Dios- con- nosotros- nos limpia, nos perdona los pecados y quedan borrados, ya no existen ni para Él, ni nosotros, ni para los demás.
 Cada cristiano debe saber valorar el perdón del Señor y las maravillas que hace en nosotros y contarlas a los hermanos, lo que hemos visto, escuchado en la reunión de la comunidad en la Eucaristía dominical. El gozo, la alegría que tenemos con la misericordia de Dios debemos de ayudar a los demás para que también ellos gocen del Señor. Venzamos respetos humanos que nos atenazan y no nos dejan actuar con libertad y alegría; del amor de Dios hacia cada uno de nosotros y de los demás, pues Dios ama a todos, no solo a mi. Anunciemos el poder curativo del Señor; pero si no cura hoy el Señor, no es que Él no pueda, no, es que nos falta CONFIANZA EN QUE PUEDE HACERLO EL SEÑOR JESÚS.
 caminemos con Jesús hacia la Pascua, es decir a la pasión y resurrección de Jesús, de donde nos viene a nosotros la salvación el perdón de los pecados. Confia, hijo, tus pecados, son perdonados. Santa María, Madre de Dios y nuestra, intercede por nosotros para alcanzar gracia y perdón de nuestros pecados.

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